Como muchos otros jóvenes, Laura, con tan solo 23 años, tuvo que tomar la decisión de emigrar por pura necesidad.
» Pagar una carrera se me dificulta en gran manera porque tengo a mi cargo – aquí en España- a mi hermano menor que padece de cierto grado de autismo y – en Venezuela- a mis padres; que no poseen los medios para mantenerse sin mi ayuda. Actualmente trabajo en una tienda de artículos electrónicos como dependienta.
Toda mi vida había estado orientada a estudiar y convertirme en una excelente profesional, pero esos planes cambiaron a la fuerza. Desde hace más de un año vengo pensando cómo retomar mi formación.
Yo no deje mis estudios porque me fuesen difíciles o me resultaran indiferentes; los deje porque, como muchos otros jóvenes como yo, no tuvimos otra opción.
Ahora tengo la oportunidad de comenzar de cero y quisiera aprovecharla para desarrollar esa otra parte de mi.
Poder cursar un grado no es solo un sueño, sino una meta para poder seguir ayudando a mi familia.
Y que este proyecto que he tenido de emigrar, que venía con una promesa a mis padres de seguir estudiando, tenga un final exitoso.»
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