La Hispanidad en Madrid

Oct 13, 2025

Por D. Ultano Kindelan, Presidente de la Fundación Código Venezuela, para El Debate
La hispanidad es una cualidad sutil, que tiene el olor del azahar de los naranjos y limoneros que llevaron los monjes españoles, y que hoy adornan todos los países de América.

Mensajeros de un mundo antiguo, que dejaron su amor incrustado en los muros de los templos y hospitales que construyeron, y en la tierra de las primeras cosechas que sembraron. Monjes y labradores, que trajeron el admirable tesoro de sus vacas, sus ovejas, sus caballos, y sus burros, para hacer brotar el maná del trigo y la cebada en el Nuevo Mundo. Pero el mayor tesoro que vino de ese mundo antiguo, fue la lengua, una lengua latina, macerada con el aroma de los olivos y almendros de la arabía, dulce y brava a la vez; la lengua castellana, el español.

Con su lengua, el español amó y educó, y su sangre se fue mezclando con la de incas, aztecas, araucanos y demás pueblos originarios. Unión de lengua e idioma, unión entre americanos, y unión de americanos con españoles. Y con esa lengua, vino la religión, la poesía, y la música, a las que los nuevos pueblos adornaron con sus propias emociones.

Mario Vargas Llosa, escritor, con cazadora estilo militar en la Academia Francesa, retrato.
Mario Vargas Llosa. Fuente: Academia Francesa

Y así esos pueblos formaron diferentes naciones, cada una orgullosa de su particular esencia, pero todas enlazadas entre sí por valores comunes, y por una lengua que vienen cultivando desde hace siglos, poetas como el inca Garcilaso, el argentino Borges, el español García Lorca, o el nicaragüense Rubén Darío; escritores, como el venezolano Uslar Pietri, el peruano Vargas Llosa, el colombiano Germán Arciniegas, o el español Salvador Madariaga: músicos y cantantes como María Dolores Pradera y Julio Iglesias. Y tantos otros americanos y españoles, hombres y mujeres, que han enriquecido, y siguen enriqueciendo con sus voces, ese tesoro común que llamamos hispanidad, cuya influencia trasciende nacionalidades, y acerca nuestros pueblos.

Un tesoro que incumbe a todas las naciones que hablamos el mismo idioma, nutrir y conservar; pero entre todas, España, debe a esa tarea especial dedicación. Y sobre todo su capital, Madrid, centro cultural de los españoles durante siglos, que debe asumir la responsabilidad de serlo también de la hispanidad, fomentando sus valores y estimulando la hermandad entre los pueblos que los compartimos.

Una tarea que exige que Madrid abra sus brazos a la hispanidad, renombrando las principales calles y plazas de su barrio más transitado, con nombres que la evoquen, rebautizando por ejemplo, nuestra Avenida de América, Avenida de la Hispanidad, y pidiendo al Marques del Duero que ceda su pedestal en el Paseo de la Castellana a su visionaria fundadora, Isabel la Católica.

Reconstrucción del rostro de Isabel la Católica a partir de la investigación de José Luis Rubio. IDEAL. Hispanidad
Reconstrucción del rostro de Isabel la Católica a partir de la investigación de José Luis Rubio. Fuente: Ideal

Dejemos que los generales Serrano, Diego de León, O´Donnell y Martínez Campos, irreconocibles fuera de nuestras fronteras, cedan sus calles a Cervantes, Lope de Vega, Julio Cortázar o Germán Arciniegas. Un cambio de atuendo necesario, que haga a Madrid brillar con todas sus joyas, y subraye su decisión de servir de centro cultural de la hispanidad.

Un cambio de atuendo que necesariamente deberá ir acompañado de eventos de todo tipo, a partir de propuestas generadas desde Madrid y desde las naciones hermanas, lo que podría dar luz a una ‘Academia de la Hispanidad’, que integrada por próceres culturales del universo hispanohablante, propusiera, y programara, esos eventos.

Foto principal: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

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