«Todo es multifactorial, no hay una sola razón para salir de Venezuela. Pero haciendo el cuento corto: el año 2017 fue muy duro, muchas protestas en el país, muchos problemas, no solamente políticos sino sociales. Nosotros tenemos dos miembros de la familia con enfermedades crónicas, mi esposo y mi hija menor y no se conseguía la medicación para ellos. Entonces empecé a buscar trabajo fuera, en octubre del 2017 y en marzo de 2018 me salió un trabajo en un colegio en Bangkok, en Tailandia, cosa que yo, ni en los sueños más locos de mi vida, me hubiese imaginado. Lo conversamos en familia y no fue una decisión fácil, pero nos lanzamos al vacío, porque no conocíamos absolutamente nada de nada de ese destino.
El recorrido ha sido interesante, complicado y hermoso a la vez porque, como decía antes, nos instalamos sin conocer nada de Tailandia y nos recibió muy bien. Es un país con una gente muy buena, muy cálida y cercana. Los compañeros del colegio donde llegué a trabajar nos brindaron mucha ayuda: ellos sabían que éramos nuevos, nos acompañaron en el proceso de ajustarnos y nos ayudaron a conseguir un lugar donde vivir. Nos sentíamos como en casa.
Además, el clima es muy parecido a Maracaibo y yo viví muchos años allá, en el Estado Zulia, donde hace mucho calor y mucha humedad, así que para mí no era ajeno, me sentía súper bien. En el trabajo aprendí mucho y fue muy buena la experiencia. En el 2020 se atravesó el covid y no pudimos conocer -como nos habría gustado- la región, por las restricciones para viajar. Se hizo más evidente que estábamos muy lejos de Venezuela y de nuestras dos hijas, que ahora viven en Amsterdam. Por eso decidimos mudarnos a un lugar más cercano a ellas y a la familia.
Así fue como en el año 2022 comencé a buscar trabajo nuevamente y salió esta oportunidad en Hungría, a donde nos vinimos en agosto de 2023. El ajuste al país no ha sido fácil. Lo comparamos con la adaptación a Tailandia, donde nos fue tan bien, pero a uno se le olvida lo difícil que es adaptarse, lo complicados que son los primeros meses, conocer la cultura y los sistemas, cómo funciona todo. El colegio donde estoy trabajando, cerca de Budapest, me gusta mucho, y la verdad es que los últimos dos meses han sido más llevaderos. En parte porque nos asentamos y también porque el invierno está pasando, llegó la primavera, y con ella el estado de ánimo mejora. Nosotros no estamos acostumbrados a las cuatro estaciones, pero poco a poco estamos encontrando la manera de sobrellevar los cambios.
Me encanta la idea de conocer Europa -ya que estamos de este lado- y la posibilidad de estar más cerca de la familia y de vernos más seguido».
A nosotros nos gusta contar historias #FamiliaVenezuela.
Cada una de ellas es única y a la vez, están todas unidas porque comparten las mismas penas y alegrías. Las experiencias de unos son el camino a seguir para otros. Cada logro, cada traspiés, puede servir de inspiración para alguien como tú.
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