Queridísima comunidad de Código Venezuela:
Esperamos que se encuentren bien y listos para disfrutar del verano.
Hoy quiero compartir con ustedes un cuento popular anónimo.
Hubo una vez un rey, que reunió a los sabios de su corte y les dijo: “Quiero guardar, oculto dentro de un anillo, algunas palabras que me ayuden en los momentos más difíciles de mi vida. Tiene que ser un mensaje muy corto, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo».
Los sabios podían haber escrito grandes tratados pero ¿pensar un mensaje condensado en dos o tres palabras? Pensaron y pensaron y buscaron en sus libros de filosofía por horas, sin encontrar nada que se ajustara a los deseos del rey.
El rey tenía un sirviente muy querido, a quien trataba como familia. El sirviente le dijo: “No soy sabio, ni erudito pero yo conozco ese mensaje”. Y lo escribió en un diminuto papel. Lo dobló y se lo entregó al rey. “No lo leas», dijo. «Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando realmente no encuentres salida”.
Al cabo de unos años, el país fue invadido y el reino se vio amenazado.
El rey estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa y frente a él había un precipicio. No podía volver atrás. Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel que decía: “esto también pasará”.
Se llenó de confianza y fuerza. Hubo un gran silencio. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.
El día de la victoria, hubo una gran celebración con música y baile.
En ese momento, el sirviente se le acercó y le dijo: “querido rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo”. “¿Qué quieres decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo una situación de alegría, hemos vencido al enemigo”. “Escucha”, dijo el anciano. “El mensaje cobra ahora más importancia que nunca. Este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando te sientes derrotado, también es para cuando te sientas victorioso”.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “esto también pasará”.
Entonces el sirviente le dijo: “Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.”
¿Quién iba a decirnos, a los venezolanos que recibimos a millones de migrantes europeos en los años 50, que nos tocaría dejar nuestro país y pasar a ser migrantes nosotros mismos? De receptores a recibidos. Lo malo es tan transitorio como lo bueno. El que hoy da mañana puede encontrarse en el lugar del que necesita. Y el que hoy necesita, mañana puede estar en capacidad de dar.
En este capítulo de mi vida lejos de Venezuela, he encontrado mi propósito de vida, y lo he plasmado en nuestra fundación.
Un ejercicio maravilloso para encontrar propósitos de vida es pensar en una situación en la que hayas sentido un estado de bienestar y recordar qué hiciste para que sucediera. Cuando la tengas, busca una segunda, y una tercera situación. Si prestas atención, verás que hay un patrón. Puede ser cualquier cosa, estar, hacer, sentir, crear, aprender, y esos verbos pueden aplicarse a ti, a tu familia, a cualquier persona, al feminismo, al calentamiento global… Cada uno tiene el suyo.
Pues mi patrón es dar y después, animar a los que han recibido, a dar también. Dar, en mi caso, es casi un acto egoísta. Lo hago por mí. Por lo que me hace sentir a mí. Lo hago porque DAR ES LO MÁS. Los invito a unirse a una cadena de dadores. Comienza hoy mismo. Ayuda a algún paisano que lo necesite. O a cualquiera. Y cuando lo hagas, dile que si desea agradecerte, ayude a su vez a otro. Y así sucesivamente. Los resultados les asombrarán. Dar es lo más.
Espero que disfruten de este boletín que hoy les enviamos con gran orgullo. En él se refleja el proceso de reinvención de Código Venezuela, durante el confinamiento. Logramos que más de 500 venezolanos aprovecharan el tiempo extra del que disponían para manejar su duelo, entender sus opciones legales y fortalecer su empleabilidad encontrando su propósito personal, mejorando su CV, su página de Linkedin, aprendiendo a conducirse en una entrevista, estudiando competencias de marketing digital, programación y herramientas para el empleo.
Y sobre el Covid, la distancia con nuestra gente, esa tarjeta roja que no llega, ese empleo que demora, recuerden: «esto también pasará«. Cuídense mucho.